Los agricultores destruyen parte de la cosecha de espárrago por falta de ventas

En las cooperativas se acumulan mil toneladas que no tienen salida en el mercado.

Haga usted mismo la prueba. Métase en alguna web de compra-ventas. Afine la búsqueda seleccionando ‘Granada’ y ‘espárrago’. Sí, encontrará hermosos manojos de turiones de la Vega al módico precio de un euro el kilogramo. Esto se llama básicamente desesperación. Hay tantísimo producto almacenado en estos momentos y tantísima saturación de los mercados que algunos agricultores, angustiados porque su producto se echa a perder, han acudido a canales tan atípicos como Internet para colocar lo que las cooperativas no pueden asumir porque están técnicamente colapsadas. Se estima que en sus instalaciones acumulaban este martes unos 1,5 millones de kilogramos. La situación es tan complicada que algunas de ellas han tenido que tomar la complicada decisión de cerrar hasta cinco días sus líneas de recepción, un hecho sin precedentes, porque no hay hueco para más. Porque sus almacenes están hasta los topes. Otros han optado directamente por roturar el terreno, destruyendo los espárragos de la cosecha. Y lo que se está cortando durante estas jornadas se perderá en buena parte.

Es un quebranto mayúsculo para los esparragueros, que no han dudado en acudir a las redes sociales para expresar su desazón. En otros casos solo se está admitiendo la mitad de lo que traen los socios de pleno derecho y nada si se trata de socios colaboradores. También se han adoptado otras decisiones más imaginativas como, por ejemplo, acopiar en horizontal y no en vertical para que quepa más hasta el techo.

Respecto a los productores, hay quienes directamente han optado por roturar y no seguir recogiendo hasta que la situación se normalice. Aún quedan varias semanas por delante de temporada y hablamos de una verdura que mantiene intactas todas sus características organolépticas y nutritivas si se conserva en unas condiciones óptimas de frío y humedad durante un máximo de tres días.

Los porqués

Esta situación se produce por una serie de razones coyunturales y estructurales. El primer factor, el que más está perjudicando, tiene mucho que ver con el tiempo.La actividad se inició en Granada con más de cinco semanas de retraso debido a que el mes pasado no paró de llover –lo normal es que las explotaciones empiecen a brotar a finales de febrero o principios de marzo–. Ahora, en cuanto ha abierto el tiempo, se ha producido una auténtica eclosión. Las garras, muchas de ellas plantadas en terrenos de secano, tienen un gran potencial productivo por todo el agua y los nutrientes que han recibido. Pero este mes que se ha perdido ha sido crucial por otro motivo. Granada no ha sido la primera en producir, como hubiera sucedido en unas condiciones meteorológicas normales, y las partidas que salen desde aquí, buena parte con destino a Europa, están coincidiendo con las cosechas de otros países como Italia, Alemania, Suiza, Rumanía o Bulgaria, que asoman más tarde sencillamente porque hace más frío.

Ahí está el cuello de botella. La oferta es superior a la demanda que se registra dentro y fuera de España. La consecuencia es que los precios se han desplomado en origen.Han salido partidas que se han tasado a 0,60 euros por kilogramo, un precio que apenas compensa lo que cuesta recoger ese mismo kilogramo.

Y es que estamos hablando de un cultivo que ha sido rentable en los últimos años –aún habrá que esperar a las medias de este curso–. Una buena noticia para la economía de muchos pueblos, pero que también ha ocasionado un ‘efecto llamada’.

Plantaciones que poco a poco han ido entrando en producción y que lo seguirán haciendo en los próximos años. Este es el quid de la cuestión: si más allá de esta tormenta perfecta que ha encendido todas las alarmas, el desequilibrio se mantendrá a medio plazo y hará falta un proceso de reconversión.

Por lo pronto, desde instituciones como la Federación de Cooperativas Agrarias (Faeca) se apunta a la necesidad de una mejor planificación para que las recolecciones se adecuen a los niveles de consumo. Un análisis que, a juicio del director de Faeca Granada, Gustavo Ródenas, debe ir acompañado de un mayor grado de compromiso entre socios y cooperativas –y viceversa– para valorar qué capacidad se tiene y una implicación de las administraciones para el desarrollo de campañas promocionales. Lo mismo que está sucediendo con el espárrago blanco de Navarra. Ahora toca mirar nuevamente al cielo. Ahí puede estar eventualmente la solución. Los pronósticos apuntan a lluvia y frío, dos circunstancias que deben frenar la campaña, un parón estratégico para aminorar el ‘stock’.

Leave comment

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.